Una de nuestras occidentales preocupaciones por estas fechas (Nochevieja está a la vuelta de la esquina) es el aguante, el agarre del maquillaje, y...¡el disimulo!
Hace un año no sabía ni lo que era una prebase o primer, o si lo sabía, conmigo no iba la cosa. Pero cuando una empieza a leer blogs, a informarse, a ver que cuando llegas a casa tienes pliegues en el párpado con los colores acumulados en antiestéticas líneas, o que tus poros están hermosotes, la curiosidad por las prebases aparece.
Antes de nada, me gustaría decir que una vez adentrada en el mundo prebase, mi curiosidad ha desaparecido. No los considero productos imprescindibles ni milagrosos, pese a las altas expectativas que tenía. Con ello no quiero decir que en un momento dado no merezcan la pena, pero yo aún no he dado con una que considere imprescindible o que haya supuesto un antes y un después.
Pese a ello, ¡vamos a echar un ojo a estas siliconadas señoritas!
